Estando en la universidad uno de mis compañeros de mi clase me preguntó la razón por la cual
me había pintado el cabello de un color
tan llamativo, debo admitir que me dio un poco de pena darle la verdadera razón
del por qué lo había hecho y simplemente dije “no me gusta el color fucsia pero
me dio un momento de loquera y lo hice”.
En realidad hay toda una gran
razón por la cual escogí el color que traigo ahora en el cabello más allá de un
momento de loquera y cambio, honestamente no me gusta el color rosa aunque en
mi cabeza se ve genial…
Una mijita rara |
Pasaban los años y mi miedo
crecía, llegué a hacer amistades muy bonitas con personas que podían comprender
mi manera de ser y empezaban la conversación a la vez que facilitaban la
fluidez del diálogo, pero la gente que no me conocía porque no se los permitía
o no les interesaba me consideraba un bicho raro, algo pesada y a veces ruda
por no hablarles o ser un poco inexpresiva al hacerlo. A consecuencia de eso
era objeto de burla, además de que al ser un poco tímida era muy sensible así
que lograban sacarme lágrimas al por mayor. Las burlas o comentarios siempre se
referían a mi estilo y forma de ser por lo que creaba en muros y barreras
mentales y físicas que se veían reflejados en mi forma de vestir y actuar.
Con el tiempo fueron apareciendo
muros de diferentes aspectos para ver cuál era el que mejor me quedaba o en el
cual me sentía más segura, una prueba y error constante. Tuve una etapa en la
que me gustaba mucho usar gorras y boinas porque me permitían ocultar de cierta
forma mi rostro y mi mirada, otra etapa era ser femenina y trataba de vestir
vestidos o faldas a diario pensando que esto iba a acercar a las personas para
hacer amistad o entablar conversación, también tuve mi etapa “emo” que inició
como un disfraz para Halloween que luego se volvió un estilo de vida que se
acotaba a mi poca confianza y la etapa más representativa fue vestirme como
niño. Cuando me vestía como niño me
sentía segura, sabía que por lo menos la gente lo pensaría dos veces antes de
decir algo sobre mí, sabía que mi camiseta grande y mis bermudas me iban a
mantener protegida porque para mí esas eran mis mejores barreras, ocultaban mi
cuerpo y mi ser del mundo.
La consecuencia obvia de mi forma
de vestir como niño me volvió en un hombre más en el grupo de amigos en la
escuela, era ruda, escupía, era vulgar, era uno más porque ahí me sentía segura
y aceptada ya que ninguna niña se quería acercar a alguien así o ni les
interesaba hacerlo, a mí dejó de importarme.
La vida dio muchas vueltas y por fin
pude correr demonios del pasado que se mantenían prendidos a mis prendas, pude
ser un poco más social y para marcar todos los cambios empecé a reflejarlo en mi
cabello, al principio fue el hecho de raparme un lado de la cabeza porque
tendía a taparme el rostro, una consecuencia de la etapa "emo"… luego de terminar
la preparatoria y dar inicio a mi universidad decidí el color fucsia.
Siempre se ha manejado el hecho
de que los niños usen azul y las niñas rosa así que para poder terminar con mi
lado masculino me pinté el cabello, cambié de estilo y di paso a la persona que
soy hoy en día, cabe mencionar que llevaba años reprimiendo mi forma de ser y
lo iba moldeando conforme a lo que me gustaba, lo que aprendía año con año y
años de terapia, fue un proceso largo pero valioso.
Las amistades empezaron a llegar
cuando me quité el miedo a hacer el ridículo o al silencio incómodo, aún sigo
perfeccionando eso de entablar conversaciones y expresar lo que realmente
quiero de una forma directa y clara pero todavía sigo aprendiendo, prueba y
error.
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