Odio que la gente me crea loca cuando digo estas cosas pero yo sé que estoy bien de mis facultades mentales, sé que no alucino cosas y que lo que estoy contando es pura realidad. Todo lo que relato lo he vivido, no inventé nada, lo he visto con mis ojos, éstos que están cansados de llorar. Yo sé que no miento, lo sé.
Puedo jurar que todas las noches una pequeña sombra se sienta al pie de mi cama -¡no estoy loca, juro que la veo!- es pequeña, tiene forma humana como de niño, ¡sí! es un niño el que se sienta al pie de mi cama. Está triste y asustado, yo también pero ¿cómo poder ayudarlo? Tengo tanto miedo de acercarme, se ve frágil.
Esa pequeña alma se posa todas las noches ahí esperando a que alguien le diga algo, un cuento para poder descansar. Se pone ahí porque los dos sabemos que se siente no tener unos brazos alrededor en momentos de melancolía.
Él se muestra ante mi porque así los dos no nos sentimos tan solos. Sin hablar, sin vernos y sin movernos compartimos noches enteras, temores y tristezas, al fin nos sentimos comprendidos, acompañados...
Yo sé que veo a ese niño al pie de mi cama y sigo asegurando que no estoy loca porque incluso lo he nombrado mi mejor amigo ya que comparte las noches de terror y frío.
Sé que algún día se irá porque le contaré el cuento más bello del mundo, ese que me llene de felicidad porque esa será mi realidad, porque yo sé que si él se va de esta oscuridad yo también lo haré.
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